lunes, 26 de noviembre de 2007

Deliberaciones


Persevero durante mucho tiempo, aprendiz en la intuición inmaterial del hastío y el aburrimiento, sobre las deliberaciones de mi espíritu.
Hacer frente al esfuerzo de la hiena de hierro que corre soberbia en el sufrimiento explica ese dolor interior. Esa profunda tortura antes olvidada emborracha mis venas, ciega mis ojos, seca mis labios y está en mí como ágil potro recién nacido.
En el intervalo de ese negro momento tengo miedo del reproche supremo, tengo miedo del insigne fruto prometido, cierro los ojos de mi conocimiento con fraternal nobleza y blanca lentitud recreando mis sentidos en dulce aliento. Pero en ese pequeño minuto de gozoso placer yo seré techo firmamento.
En el trayecto recorrido me revelan la verdad, el fresco trigo brilla dorado con olor a perdón. Me pregunto si mi reflexión no contiene aire suave donde mañana pueda estimar consuelo, me siento castrado, amputado y terminaría rompiendo una lanza por un sueño loco, pero acabo por ver el día turbado y roto.
Pasaron los tiempos en que fue necesario abrir a menudo mi aplacada alma al círculo enrejado consumidor supremo de ensueños purpúreos con pies de cobre.
Estoy definitivamente al margen del sistema donde la exquisita ingratitud se impone bruscamente con irritación a los temores de la batalla y el ridículo, y si me obstino en cubrir de sangre la llaga en lugar de potenciar mi ánimo con la espuma y el viento, el veneno impregna con habilidad el odio secreto de la escena. ¿Por cuanto tiempo puedo someter mi espíritu quejoso?. Estoy marcado por la gratitud.
El tiempo puede pasar descalzo y desafiente por mi nariz dejando olores a primavera y a desierto pero déjenme en mis juicios precipitados, en mis momentos concluidos, en el umbrío santuario de la confusión . Puedo imaginar como el terreno alimenta con preocupación las raices del arbusto que proyecta sus ramas al cielo, puedo imaginar cumpliendo la flecha que alcanza la cólera de Aquiles en su última batalla, pero ninguna precisión podrá obligar el ritmo con serenidad de plata y al final la puerta de la inspiración se abre en estruendo contemplando el mediodía y por ella cruzan hidrocéfalos y diablillos en danza y agita la flauta de caña el fauno.
Es la piedra de toque del que escucha el sonido guardian del consejo, del que nada puede esperar sentado en el escabel de la indiferencia.
Prodigad vuestras riquezas en verdades e intenciones . Yo he optado por el dominio de la señal.

Sueños de otoño - Deliberaciones - 22/11/07

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